Patagonia de película: así es el increíble trekking de «La era del hielo» en el norte de Neuquén

En el espectacular Cajón del Covunco se llega a la asombrosa piedra encajada que parece una versión gigante de la bellota de la famosa película. Es al final de un recorrido de 5 km entre paredones de unos 150 metros de altura avanzando contra corriente por el agua tibia del arroyo que nace en el volcán Domuyo. Lo que hay que saber para ir y la leyenda del cacique que se convirtió en una inmensa roca.

Entre las aventuras de Raúl y Gachy cuando salen a explorar el norte neuquino desde Chos Malal, donde viven, la de recorrer el Cajón del Covunco es una de sus favoritas. Son cinco mágicos kilómetros contra corriente en el arroyo que atraviesa paredones de basalto que llegan a los 150metros de altura entre los que sobrevuelan los cóndores. El agua es tibia, porque nace en el deshielo aunos 3.600 metros sobre el nivel del mar en el volcán Domuyo y levanta temperatura cuando pasa por los géiseres que brotan a unos 80°C antes de encajonarse. Este año, debieron esperar para armar esta salida, porque después de un invierno nevador, el agua venía fuerte y alta en el verano. Si todo el recorrido es una maravilla, el final es con el premio mayor, el que todos esperan ver: esa enorme piedra encajada entre los paredones que parece una versión gigante de la bellota de “La era del hielo”. El arroyo pasa por debajo y los más audaces también, para irse con la foto más buscada. Ese cierre de película tiene su propia leyenda nativa, la del Cacique Domuco que se convirtió en una roca inmensa y se sacrificó así para separa a sus hijos que peleaban por la herencia.

El comienzo del recorrido. Vista panorámica del Cajón del Covunco. Hay que bajar para empezar a recorrer el arroyo.

Aventuras en el paraíso


Raro que Raúl y Gachy pasen un fin de semana sin armar un trekking: hay demasiadas tentaciones para ellos en esta joya de la Patagonia agreste y profunda. Aman caminar entre picos nevados, volcanes, arroyos y ríos que cobran forma cuando se derrite la nieve en su largo camino para irrigar las chacras de los valles, cascadas a metros de la ruta y otras escondidas, lagunas encadenadas que invitan a descubrirlas, pumas que merodean en busca de su presa, crianceros que intentan evitar que sean sus ovejas y chivos y tantas otras maravillas, todo entre mitos y leyendas que tan bien relata Isidro Belver, como la del cacique Domuco.

Como Raúl y Gachy, don Isidro ama esta tierra desde que llegó como sacerdote a misionar enviado por don Jaime de Nevares pero un día dejó los hábitos y se dedicó a enseñar primero y a contar la historia de su lugar en el mundo. Como le gusta decir desde Huinganco, es una bendición que el norte neuquino permanezca afortunadamente aislado en su pureza, esa que salen a explorar Raúl y Gachy cada vez que pueden.


Ella es baqueana experta y él guía habilitado de alta montaña, de trekking y senderista. Juntos montaron la agencia Domuyo 4709 (la altura del volcán) desde donde organizan salidas con clientes aventureros o se embarcan en travesías con amigos o solos, por el placer de ir. Aunque suele prenderse Buhl, el ovejero belga que cuando ve que empiezan a armar las mochilas mueve la cola y se pega a la camioneta, como avisando que no quiere quedarse afuera. Pero esta vez no hubo caso, porque hay que avanzar contra la corriente en el arroyo y por tramos el agua puede llegar hasta el pecho. Además, en el cajón suelen meterse los chivos que conocen como nadie los atajos para llegar a las mejores pasturas y dan clase de equilibrio entre piedras y paredones. Y si hay chivos pueden estar cerca los perros de los crianceros cerca y mejor evitar el riesgo de trifulca.


La aventura que se aprestaban a vivir es una de las más atractivas en esta tierra que conocen como pocos de tanto caminarla, conversar con los puesteros, hacerle paso respetuoso a los arrieros que van en diciembre a las tierras de veranada y vuelven por estos días a las de invernada, compartir una torta frita y un mate, escuchar sus experiencias, valorar su sabiduría.